¿Qué es el estrés realmente y cómo gestionarlo?
¿Qué es el estrés realmente?
Todos en algún momento de nuestra vida o de forma habitual, hemos sufrido de estrés, en la actualidad es muy común. Es un problema que siempre ha existido, pero ahora tendemos a pensar que cuanto más trabajo tenemos, más estresados estamos, por ejemplo, los nervios comunes por entregar a tiempo un trabajo, solemos decir que estamos estresados y utilizamos la palabra “estrés” muy a menudo con mucha naturalidad, pero dicho uso no es correcto en realidad.
El estrés patológico es mucho más que sentirse nervioso o agobiado por un exceso de trabajo o por falta de tiempo. Para ser considerado estrés patológico, tienen que darse una serie de factores.
Para aprender a diferenciarlo, el estrés debe transcurrir por una situación novedosa y repentina, impredecible. Esa incertidumbre de que no sabes lo que sucederá, entonces es ahí cuando ya hablamos de una serie de pensamientos negativos con los que nos anticipamos al futuro, y sumamos la sensación de perder el control, puesto que esa situación novedosa, no está en nuestras manos el poderla controlar y nos sobrepasa.
Esa explicación más exacta de lo que es el estrés en realidad y no la simple sobrecarga de trabajos o tareas, ni la falta de tiempo.
Siempre tendemos a preocuparnos por las cosas que no controlamos, eso es lo que causa las situaciones que nos causan estrés. Por ejemplo, en una situación de divorcio, sí podría aplicarse correctamente lo que es el estrés, porque se trata de una situación nueva, impredecible, no sabes en verdad lo que va a suceder, con tu pareja, contigo, con tus hijos, … Esa pérdida de control, es el auténtico estrés.
En la vida cotidiana y sobre todo por el escenario actual, te pones a leer las noticias del periódico y te encuentras con información nueva, impredecible, no tienes control sobre ellas, funciona como una amenaza y dentro del momento cotidiano de leer la prensa diaria, sí podría provocar estrés.
¿Qué es el estrés realmente y cómo gestionarlo?
Una vez que ya conocemos la definición exacta, el estrés hay que aprender a gestionarlo, porque si no lo hacemos podemos terminamos por tener un problema por una acumulación de estrés, aunque fuera causado por muchas situaciones cotidianas que nos lo provocan.
El estrés o el miedo en realidad tienen una función muy útil, funcionan como mecanismos de defensa. Si viviéramos en la selva y nos aparece de repente un león, sería una amenaza para nosotros, entonces el ser humano se prepara desde tiempos ancestrales para huir o luchar en esas situaciones, para hacerlo necesitamos unos estímulos que son ese miedo y ese estrés, que nos hacen reaccionar para sobrevivir.
En nuestro día a día o los evitas, o sientes una lucha interna constante. En el ejemplo de antes, con un divorcio, sentiríamos continuamente esa lucha dentro de nosotros, preparándonos para contraatacar, ese león que nos amenaza que, en este caso, es un divorcio.
Antes de aprender a gestionar el estrés, es bueno saber reconocer esos síntomas, lo que nos está pasando, el por qué mi cuerpo se prepara para luchar contra ese león. Con ese sentimiento de amenaza constante que no se resuelve, empezamos a sentir taquicardia, sudoración, similar a la ansiedad, se nos cae el pelo, no conseguimos conciliar el sueño, no tenemos nada físico, pero aparecen problemas físicos, como por ejemplo digestivos, que seguramente tengan que ver precisamente con esa situación que estamos atravesando.
El cuerpo nos va lanzando señales de que algo no va bien. También a nivel cognitivo, perdemos concentración, estamos más irritables, nos baja la autoestima, tenemos pensamientos negativos, empiezas a evitar esas situaciones que te provocan estrés, como por ejemplo hablar en público que puedes llegar a tartamudear (puede ser un reflejo motor al estrés), o evitas conversar con tu pareja porque sabes que acabaréis en una discusión.
Las personas que tienen el llanto fácil y no entienden por qué lloran, forma parte de esas señales para que sepamos que algo no va bien, que algo nos amenaza. Nos sentimos mal a nivel físico, a nivel psíquico.
Ahora que tenemos más información, podemos incluso detectar el estrés en otras personas de nuestro entorno, el saber por qué están más nerviosos, gritan o lloran sin motivo. Primero identificamos el estrés y luego investigaremos la causa que lo genera, el problema raíz y no siempre es tarea fácil. A veces es complicado averiguar el origen una vez que tenemos ya identificado el problema y no sabemos cómo actuar.
Cuando no lo controlamos y llegamos a sentirnos mal, siempre es aconsejable acudir a un profesional, aunque puedes empezar a intentar gestionar ese estrés con pequeñas técnicas de andar por casa.
Una regla básica es aprender el concepto de que todo pensamiento genera una emoción. Si tenemos un pensamiento negativo, me va a generar una emoción negativa. Por poner un ejemplo, si vas andando por la calle y de repente te empujan, piensas que te quieren hacer daño y eso te puede generar miedo, para ponerte en alerta y protegerte. Pero si te empujan y ves que esta persona lleva un bastón y gafas, comprendes que ha sido por accidente y sientes compasión por la situación de esa persona.
Una misma situación puede generar diferentes pensamientos (por lo tanto, emociones) una vez que la comprendes.
Si pensamos de una manera determinada, género determinadas emociones, pero si modifico mis pensamientos, cambio también mis emociones, pudiendo ser positivas. Porque la vida no es de color de rosa, pero se puede intentar modificar algunos de nuestros pensamientos para generar emociones positivas y, de esta forma, aprendemos a neutralizarlas, incluso con pensamientos ficticios. El cerebro no distingue lo real de lo imaginario y genera endorfinas igualmente (la hormona de la felicidad).
Si bloqueamos un pensamiento negativo con otro positivo imaginario, por ejemplo, un proyecto futuro que te ilusione, es imaginario porque todavía no ha ocurrido y ya te está generando emociones positivas, solo con pensar en ello.
Sin embargo, te empiezas a imaginar que estás atrapado/a en un sitio de dos metros por dos metros a oscuras y que tienes que permanecer ahí largo tiempo, porque lo estás viendo en una película y lo estás imaginando, con ello estás generando ya emociones negativas, que al tiempo puedes bloquear, pensando que estás viendo una película que te está gustando.
Tiene una importancia tremenda el poder de la mente y de los pensamientos. Tenemos que aprender a controlar esos pensamientos para ayudarnos a generar emociones positivas, ayudando si fuera necesario con nuestra imaginación.
Se trata de pequeñas estrategias, muy de andar por casa, pero muy efectivas, porque una vez que identificamos lo que estamos pensando podremos gestionarlo y con la ayuda de un profesional, será todo mucho más fácil. Porque como comentaba antes, no siempre es fácil detectar el origen de ese pensamiento, y no siempre somos capaces de controlarlo y bloquearlo.
Otra cuestión muy importante es que siempre debemos intentar exteriorizar nuestros pensamientos y emociones, no guardarlos siempre dentro. Hay que dejar de tragarse las cosas y expresarlas en voz alta, porque al final es como un poso que nos vamos creando ahí nosotros mismos, sin verbalizarlo, interiorizándolo. Sirve simplemente el contárselo a un amigo/a. Las mujeres generalmente expresamos más, emocionalmente, que los hombres. Los hombres suelen padecer más estrés quizás por ese motivo, porque tienen a no exteriorizar tanto por vergüenza, o quizás porque algunos todavía piensan que socialmente no está bien visto, pero todos somos humanos, disfrutamos o sufrimos por igual.
Para poder gestionar bien el estrés, yo siempre pongo el ejemplo que te imagines unas cerezas, para dividir las situaciones que te provocan estrés entres las que puedes controlar y las que no, las cuestiones impredecibles de las que sí puedes cambiar. Nos daremos cuenta de que tendemos a preocuparnos más por las que no podemos controlar, pero que no son tantas. Y las que podemos controlar, las podemos bloquear de la forma que explicábamos antes.
¿Te ha gustado el artículo “Qué es el estrés realmente y cómo gestionarlo”? ¿Te ayudamos?: +34 664 87 33 45. Ruth Matía